• La lejía resulta sumamente eficaz contra la suciedad pero no hay que mezclarla

  • Algunas de las mezclas son muy peligrosas para la salud de las personas

  • ¿Cuáles son los síntomas de una intoxicación con productos de limpieza?

Cuando recorremos los lineales de los supermercados o acudimos a un comercio especializado en productos de limpieza, no cabe duda de que hay una gran número de ellos entre los que elegir. Se podría decir que los hay de todo tipo de colores, tamaños y sustancias, lo que dificulta la elección de los más apropiados para nuestras necesidades.

Hay ocasiones en las que esas necesidades son mayores porque requieren una mayor potencia de limpieza. ¿Es bueno mezclar algunos de los productos de limpieza más efectivos para lograr la misión de eliminar toda la suciedad? La respuesta a esta pregunta es negativa, ya que hay sustancias que no se deben mezclar, puesto que no solo dejan de ser tan efectivas, sino que además suponen un riesgo para las personas. Así pues, a continuación apuntamos algunos ejemplos que hay que evitar.

 

Lejía y amoniaco

La lejía (o cloro) es uno de los desinfectantes más potentes que podemos emplear, pero hemos de tener mucho cuidado de no mezclarla con otras sustancias. Una de las mezclas más peligrosas es con amoniaco, ya que se generan vapores tóxicos (gas de cloramina) que pueden afectar directamente al sistema respiratorio, provocando un daño considerable. Un problema añadido es que no se suele detectar, ya que el olor no resulta desagradable. Pero eso no es todo, esta mezcla incluso podría dar como resultado una pequeña explosión –aunque es poco probable–.

 

Lejía y alcohol

La lejía vuelve a protagonizar esta mezcla que debemos evitar para limpiar. Y es que la unión de la lejía, también conocida como cloro, con el alcohol da como resultado el cloroformo y el ácido muriático. Como se puede adivinar, en algunos casos el organismo se resiente, ya que se pueden provocar daños en el sistema nervioso, en los riñones, en los ojos, en el hígado, en la piel…

 

Lejía y vinagre

Cuando utilizamos lejía podemos deducir que el amoniaco o el alcohol no han de estar cerca y no tener precaución con otros productos más inofensivos como el vinagre. Sin embargo, la mezcla de ambos también provoca gases tóxicos (gas cloro) que afectan a ojos y pulmones.

 

Lejía y agua caliente

Finalmente, la lejía tampoco hay que mezclarla con agua caliente, pues cuando llega a los 30 grados centígrados empieza a liberar gas cloro, del que acabamos de apuntar su peligrosidad. Es más, el agua caliente reduce el efecto limpiador tanto de la lejía como de muchos otros productos de limpieza.

 

Cítricos y productos de limpieza

Los cítricos como el jugo de limón son elementos naturales capaces de eliminar algunas manchas. Eso sí, cuando se utilizan no deben acompañarse de otros productos de limpieza con diferentes componentes químicos ya que pueden provocar que estos no funcionen como deben e incluso dar lugar a una reacción tóxica.

Vinagre y bicarbonato de sodio

Continuando con productos habituales en la cocina, la mezcla entre vinagre y bicarbonato provoca una reacción química en la que se genera dióxido de carbono e incluso pequeñas erupciones. No es demasiado peligrosa, pero sí que resulta inefectiva para la limpieza.